Monday, November 8, 2010

La Princesa y El Vendedor Ambulante


Señoras y señores, niños y niñas, abuelos y abuelas, acreedores y deudores, perros y gatos, anginas y faringitis, si Telecinco tiene a la Princesa del Pueblo, también conocida como B.E. (Escribo las iniciales, no sea que me cobre la exclusiva), nosotros en SL tenemos a una verdadera princesa... Sí, es la Princesa Nat. Sobre ella hay una leyenda muy muy muy antigua que se conoce desde que Sara Montiel se compró el primer sujetador. ¿Quieres conocerla?...

Erase una vez en un reino muy muy lejano y como mucho mucho lagggg llamado SL, vivía una preciosa princesa con más títulos que la Duquesa de Alba. Esta princesita tenía un problema, cómo conseguir que todos sus títulos se pudiesen escribir en su tarjeta de visitas. El tema era complicado, puesto que ostentaba nada más y nada menos que 312 títulos, Princesa de la Sonrisa, Emperatriz del Rizo, Reina de las Muyayas, Emperadora de la Dulzura, Capitana Generala de la Belleza, Presidenta de la Simpatía, Primera Ministra del Amore, Administradora de la Alegría, Cajera de las Risas, Representante Oficial de la 95..., en fin, así hasta 312 títulos nobiliarios de alta alcurnia acumulados con gran mérito. Lo intentó con el Power Point, con el Word, pero no había forma, la tarjeta de visita parecía una pancarta de una manifestación. Un día mirándose al espejo mientras intentaba arrancarse un díscolo pelo de su ceja derecha, pensó, "¿Pero para qué quiero tantos títulos si realmente yo soy yo y mis circunstancias?". Terminó de segar la vida del pelito y decidió en ese momento que a partir de ahora se llamaría Nat, la Princesa Nat. Cuando fue a registrar su nombre en la Oficina de Patentes y Marcas del Reino, le querían poner Naz para hacer la competencia a Letizia, pero ella fue fiel a su decisión ante el real espejo. Todos los habitantes del Reino fueron convocados a un multitudinario botellón para celebrar que la Princesa Nat se asomaba al mundo con su nuevo look nominativo.

Los días pasaban y la Princesa Nat vivía muy tranquila en SL. Comía ensaladas e intentaba que todos se pusieran bañador en La Tejita. Un lejano día de noviembre, llegó a su reino un misterioso caballero cabalgando un Burris Ibericus con denominación de origen Corona de Aragón. Nada lo había visto nunca por allí. Este caballero instaló un puesto ambulante de sonrisas en la puerta del castillo. El puesto tenía un vistoso letrero de neón en el cual se podía leer: "La Boutique Sonriente" y ahí se podía encontrar todo tipo de sonrisas, verticales, horizontales, cómplices, dulces, amargas, saladas, individuales, para compartir... El negocio le duró poco al forastero, puesto que al cuarto de hora, una inesperada redada contra el top manta hizo que sus huesos terminasen en el calabozo.

Entre tinieblas, el caballero canturreaba una vieja canción propagada a los 4 vientos por los juglares desde tiempos inmemoriales: “Tengo un carromato amarillo, que es lo que se lleva ahoraaaaa...”. Las horas pasaban y el aburrimiento hacía mella en él. "A Dios pongo por testigo que jamás volveré a ser vendedor ambulante, esto es desesperante", repetía una y otra vez. Finalmente la puerta del calabozo se abrió, era la Guardia Civil, digo, la Guardia Real que venía a buscarlo. "¿Pero qué hace desnudo?", le preguntó el Teniente. "Ya que no tenéis la PlayStation, he estado jugando al strip poker con los ratones y he perdido, aunque seguro que me han hecho trampas, son unas ratas", contestó el vendedor. Los guardias tuvieron que ir corriendo al Zara más próximo para traerle unos ropajes, no se podía presentar en pelotillas ante el tribunal. Además, si iba desnudo corría el riesgo de que fuera también denunciado por antenista ilegal (Si no entiendes este comentario satírico, espérame a la salida y te lo demuestro...).

El humilde vendedor fue presentado ante la princesa Nat que, como siempre, estaba muy hermosa. Era tan bella que a fin de mes tenía que pagar un impuesto especial por exceso de belleza por centímetro cuadrado. La princesa, con su voz dulce y chicharrera se dirigió al vendedor: "¿Cómo te llamas?". Con voz temblorosa éste respondió: "Alteza, me llamo Yop, soy comercial de la empresa Rodicio Venta a Domicilio, S.L.". ¿Cómo has osado instalar un puesto de venta ambulante sin licencia?, inquirió la princesa. "Ohh, bella princesa, es que la tengo tiesa, digoooo, estoy tieso, por eso me han hecho preso". "¿Acaso no sabes que fuera de temporada sólo se pueden instalar puestos de churros?", volvió a preguntar su Alteza. Yop, intentando encontrar una salida de emergencia que le permitiese conservar la cabeza sobre los hombros, contestó: "Pero yo no puedo vender churros, sólo entiendo de burros". La princesa con gesto mosqueado comentó: "Mmmm, encima el nene nos ha salido rimador, pues bien, sólo una buena rima te puede salvar de tu condena, hazme un poema que consiga hacer sombra al Cantar de Mío Cid y que sea recordado al menos hasta el 2.016, cuando Zaragoza sea nombrada capital Europea de la cultura (Aprovecho para meter la cuña). Si me gusta, te librarás de tu castigo, una lucha en el barro con Falete.

Yop no tenía otra opción, debía convertirse en juglar en menos de 30 segundos. Intentando recordar el curso de “Rimas de Hoguera para un buen Boy Scout” que hizo en C.C.C. hace unos años, cogió el arpa y el piano Casio y comenzó su poema:

"Ohhh, bella y dulce princesa, nada me place más que ser su presa. Se que la rima con fresa la podía haber hecho, pero yo elijo puesto que estoy en mi derecho. Estoy muy contento de terminar en su calabozo, lo celebro con enorme alborozo. He tenido oportunidad de conocerla de cerca, para nada me parece terca. Su belleza es insuperable, desborda todo lo imaginable. Desde el primer momento que la he contemplado, de su hermosura he quedado prendado. Ya puedo morir tranquilo, incluso quedarme en vilo. A mis ojos ha hecho sonreír, no cómo el poema concluir. Todo lo que diga de usted es poco, es preciosa hasta con un moco. Dios cuando la fabricó no se arrepintió, aunque por mucho que lo intentó jamás la repitió. Es imposible volver a crear tanta hermosura, da mil vueltas a Santiago Segura. Es preciosa hasta vestida, qué pena que no sea una pervertida. Si imaginar es pecado, al infierno estoy condenado. Ahora mismo la tengo en mi mente, mmm, me está poniendo muy caliente. En el sabor de sus labios pienso, tienen que ser de un dulce intenso. La amaría hasta el amanecer, por usted podría perecer. A su lado sería tan dichoso, ¿le he dicho que tiene un pecho precioso?. Bajo su escote se marcan unos carnosos pezones, voy apuntando todas sus razones. Perdóneme la multa, hoy en día hasta a las mulas se indulta. Desmontaré mi puesto ambulante, intentaré de otra forma salir adelante. Imploro su perdón, se que he sido un poco pendón. Intentaré encontrar en una fábrica un puesto, aunque sea fabricando algún repuesto. Le pido mil perdones, me vuelvo a fijar en sus pezones. Lo siento pero de usted mi vista no puedo retirar, algo debajo de mi calzón se va a irritar. Ante su alteza me arrodillo, joer que suelo más durillo. Su mano beso y le suplico dejar de estar preso. No quiero volver a la mazmorra, me han sacudido con la porra. El poema estoy terminando, espero que me esté perdonando. Si con la cárcel me sigue amenazando, terminaré el poema cantando. Ohhh Princesa Nat le amo con todo mi Ser, también con mi Onda Cero. Esto no rima, pero tampoco da grima. Cierro los ojos con desespero, le pido perdón siendo sincero. A sus pies me entrego, qué olorcillo a queso Manchego. No tengo hijos ni esposa, nadie puede haber tan hermosa. Si me libera ser bueno puedo prometerle, no le confieso lo que me apetecería meterle. La licencia solicitaré, por triplicado la documentación entregaré. Sin que me sonríe no me puedo marchar, mi pantalón tendré que ensanchar. Su sonrisa en mí tiene un efecto, es que me lo pone todo erecto. El poema voy terminando, que me va a estar 3 días arreando. Con amor y cariño, quiero ser su niño".

Cuenta la leyenda y los testigos oculares que la Princesa Nat quedó encantada con este poema y que se lanzó sobre el vendedor ambulante fundiéndose en un largo, profundo e intenso beso, y vivieron felices y comieron perdices con jamón de Guijuelo. Aunque claro, también hay otra versión, cuentan que tras oír esto, el vendedor fue despellejado y convertido en ternera agridulce para un restaurante chino... No obstante por SL hay rumores de que esta leyenda está basado en hechos reales y que la Princesa Nat y Yop viven felices en algún lugar de SL. No tienen un coche descapotable de Barbie y Ken, pero el amor, el respeto y el cariño valen mucho más. Salúdales de mi parte si lo ves en SL...

Moraleja: Si eres vendedor ambulante y no tienes licencia, no te preocupes, puedes conocer a una princesa.

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